Tomado del Libro Obras Completas
La admirable conferencia que dictó el doctor Restrepo en el Teatro Manizales sobre la tisis y sus estragos, me tiene verdaderamente alarmado.
! Qué cantidad de microbios la que le cabe a un cristiano en el el cuerpo, por los clavos de Cristo! Resulta que no propiamente somos personas, sino acumulaciones de microbios !. Después de uno lavarse las manos tres veces
consecutivas con agua y buen jabón, le quedan todavía tres millones de microbios en cada mano” (afirma el doctor Restrepo), y otros millones, por lo menos en cada “pata”, agrego yo.
Con que vean ustedes si la cosa es para dormir tranquilos. De mí sé decir que estoy horriblemente nervioso. A todo momento siento carreritas en las manos, y me parece que ya me van a comer los bacilos. Este miedo que yo le tengo a los bacilos y los coco-bacilos, y los simples “cocos”, data de tiempo atrás. Cuando yo estaba chiquito (a nadie le importa saber cuánto tiempo hace), me atormentaban mucho con el maldito “coco”. Si, por ejemplo, tenía “alzada la bata” , bastaba con que me dijeran “ahí viene el coco”, para bajármela en el acto, sin chistar palabra. Y no se crea que les he perdido el miedo después de “grande”. Si todavía me dice alguien “ahí viene el coco- bacilo”, salgo a carrera abierta, sin detenerme a investigar si es COCO GO NO COCO lo que me viene detrás.
Y para eso que los benditos microbios se reproducen con una profusión extraordinaria. Una micro “caída a la cama” cinco millones de microbios, !cómo quien dice nada! Y no se vayan a pensar ustedes que se está cuarenta días en la cama, comiendo gallina, con galletas de soda. ¡ Absolutamente ! Al otro día está levantada, comiendo de todo, y andando por todas partes. Y no crean, tampoco, que a esos muchachitos, o, mejor dicho, microbitos, los va a criar con teteritos y con agüitas de azúcar; !Nada de eso! Al otro día los tiene comiendo “menudo” crudo, es decir, hígado y riñones, y “pajarilla”, y todas esas “menudencias”, de digestión tan difícil.
Eso es verdaderamente extraordinario. Pero lo más extraordinario es que la microbia sea capaz de distinguir a todos sus hijitos, y llamarlos por sus nombres, sin que se le confundan con otros. Claro que ella sola no es capaz de manejarlos, sobre todo cuando ya están grandecitos. Pero para eso es la policía, que entre los microbios está muy bien organizada. Inmediatamente que se forma una “guachafita”, la microbia llama a un “Agente patógeno”, pero para que los ponga en paz. (Yo, francamente, no sé a ciencia cierta lo que será un “agente patógeno”, pero me figuro que será un policía estrenado botines).
Aquí, en Manizales, se están aglomerando los microbios de manera alarmante. Yo creo que el tren tiene la culpa de todo. Porque como ha facilitado el acceso a la ciudad, los microbios de otras partes se vienen a temperar aquí. Esto parece charla, pero es la pura verdad: Ya ven ustedes que todos los zancudos de Cartago se vienen a curarse el paludismo en Manizales. Ya en Cartago no quedan más zancudos que los que están “reducidos a la cama” (o a las camas) del hotel Posso. Yo me permito indicar al señor Alcalde que para acabar con los microbios adopte el mismo sistema que emplearon en Buenaventura para acabar con las ratas: comprarlas. Que el señor alcalde dicte un decreto que a todo el que “vea” un microbio y lo mate, se le darán cinco centavos en la alcaldía, previa presentación del cadáver.
Porque la cosa es muy seria. Ya recordarán ustedes que hace apenas pocos días estuvieron en la ciudad los microbios del “cólera”, que, como su nombre lo indica, son los más “bravos” del mundo. Y venían a hacer “ochas”.
Afortunadamente se les pasó la “rabia” porque con este frío no se “calienta” ni el diablo. ! Gracias a Dios, porque la cosa hubiera sido tremenda ! Saben ustedes lo que es el “cólera” ¡ Casi nada ! ¡ Una bobadita ! Por ejemplo: toma uno su chocolate, reza el rosario y se acuesta por ahí a las nueve de la noche.
A la una de la mañana (más o menos), despierta sintiendo un dolorcito de estómago que le va apurando por grados; a la una y media s e pone la cosa horrible: el cliente se aprieta el estómago, da saltos mortales en la cama, y le “tira mordiscos” al catre; los “jarretes” se le hielan, el pelo se le eriza, y las “tripas” se le ponen como el Cable del chocó. Las gentes de la casa, desesperadas, lo enlazan con una soga para reducirlo a la cama.
A todas estas, siente el dueño de la agencia funeraria, allá en su cama, un olorcito desagradable, y se viene con un ataúd. Pero mientras tanto, el cliente nota que los dolores se le acaban instantáneamente, y se pone lo más contento, creyendo que está curado…
Al otro día se va levantar y … ¡tome! ¡Está muerto desde la dos y media! Volviendo a esto de los microbios, les repito les repito que yo les tengo un miedo pánico a todo lo que tenga la palabra “coco” (coco-bacilos, estreptococos, estafilococos, gonococos, bacilococos) y (parece una exageración), pero les tengo miedo hasta los sombreros “cocos”. El otro día, para uno de encima de un escaparate a otro, me lavé las manos con licor barbiete.